¿Qué es la terapia Biodinámica Craneosacral?

terapia Craneosacral Biodinamica

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La terapia  biodinámica craneosacral es esencialmente una terapia manual suave y profunda que fue desarrollada por el osteopata estadounidense Dr. William G. Sutherland a comienzos de siglo.

Esta técnica manual sutil, no-invasiva, trata de percibir el ritmo generado por la fluctuación del líquido cefalorraquídeo en su circulación a través del “cerebro-médula espinal-sacro”.

Dicho ritmo se extiende a todos los tejidos y fluidos corporales, expresándose de una forma armónica y equilibrada cuando estamos en estado de salud. Constituyendo la expresión de la vida en el cuerpo.

Principios de la Biodinámica Craneosacral:

El Dr. Sutherlan estableció 5  principios claros que son en los que se basa esta terapia:

  1. La fluctuación del líquido cefalorraquídeo
  2. La movilidad de los huesos craneales
  3. El movimiento inherente del sistema de membranas de tensión recíproca
  4. El movimiento involuntario del sacro entre los iliacos
  5. La motilidad del sistema nervioso

Estos cinco principios constituyen la base del trabajo realizado en consulta. Y en ellos se debe centrar cualquier profesional en esta técnica, tanto a la hora de valorar el estado de salud de su paciente, como a la de corregir cualquier desajuste.

Para ello, el o la terapeuta contacta con el movimiento involuntario que el funcionamiento simultáneo de estos cinco principios causa en nuestro cuerpo. A dicho movimiento se le conoce como Respiración Primaria.

Estableciendo un contacto muy ligero con el paciente a través de sus manos, va sintiendo todo el cuerpo.

Cualquier restricción del movimiento de la Respiración Primaria se manifestará en el cuerpo como un estancamiento de todos los líquidos y, a la larga, generará enfermedad.

De esta forma, utilizando sus manos como herramientas, y el impulso del líquido como ayudante, el o la terapeuta irá devolviendo a los tejidos la movilidad perdida.

Beneficios de la terapia Craneosacral:

Las sesiones de biodinámica craneosacral además de eliminar desajustes, generan equilibrio y un gran bienestar en quien las recibe.

Son muy útiles en casos de traumatismos, tanto en el cráneo como en el sacro, por lo que son muy eficaces para secuelas de accidentes u operaciones quirúrgicas.

También son especialmente útiles en desajustes provocados en el parto debido a un nacimiento complicado, con fórceps, ventosa o cesárea.

En el caso de los bebés, reconocer y tratar sus posibles desequilibrios craneales sirve para prevenir problemas que de otro modo se manifestarían más tarde en su vida.

También es útil en trastornos relacionados con la estructura de nuestro cuerpo, por ejemplo en problemas de columna o de cualquier articulación. En trastornos hormonales, alteraciones del sistema nervioso, dolores de cabeza y un largo etcétera.

Un poco de historia

A principios del siglo XX el Dr. William Garner Sutherland alumno directo de Andrew Taylor Still, fundador de la Osteopatía, obtiene su diploma cómo osteópata.

En su último año de formación como osteópata, el Dr. Sutherland estaba examinando las suturas biseladas de un esfenoides y un hueso temporal, huesos pertenecientes a un cráneo humano, y le recordaron a las agallas de un pez.

Por tanto pensó que este diseño era así para permitirles realizar un movimiento respiratorio. A partir de este momento se embarcó en un profundo estudio de investigación intentando averiguar si realmente los huesos del cráneo tenían capacidad de moverse.

Si este movimiento existía, este movimiento también podría ser impedido. Así que el objetivo era ver qué pasaba cuando eran impedidos. ¿Cómo se liberaría esa fuerza que impedía el movimiento?

Para ello era importante evaluar los efectos o la repercusión que a nivel fisiológico podría provocar dicha restricción en el organismo.

Empezó a experimentar consigo mismo, creando un casco hecho de vendas de lino y tiras de cuero que podían apretarse por todas partes, y así poder impedir cualquier movimiento craneal que quisiese investigar.

Según los huesos que bloqueaba sufría una sintomatología u otra en su organismo. Y así, experimentó dolores de cabeza, desorientación, tensión craneal, molestias digestivas, malestar general…

Observó también que impedir el movimiento de los huesos craneales generaba dificultades cognitivas y emocionales. Incluso, en ocasiones, dependiendo del lugar donde tensionaba podía sentir un gran alivio…

Tras estos resultados no le cupo la menor duda, existía una importante relación entre las dinámicas craneosacrales y las funciones del resto del cuerpo. Y dedicó los 50 años restantes de su vida a explorar el significado de ese movimiento.

En la década de los años 40, la primera escuela osteopática de los Estados Unidos empezó a ofrecer un curso de postgrado llamado “Osteopatía en el campo craneal”.

Bajo su tutela se formaron profesores como los Drs. Viola Frymann, Edna Lay, Howard Lippincott, Anne Walles, Chester Handy, Rollin Becker…

De la  osteopatía craneal a la terapia craneosacral

Años más tarde, el Dr. John Upledger médico cirujano, realizando una intervención, intentaba coger la médula espinal de su paciente con los dedos para que el neurocirujano con el que trabajaba pudiese realizar el corte sin dañar ninguna estructura y advirtió con asombro el movimiento de bombeo de la médula espinal, como esta se dilataba y se contraía y como además subía y bajaba.

Observaron un movimiento lento y rítmico que, aunque dificultó su trabajo les impresionó, ya que nunca antes habían oído ni leído nada acerca de este ritmo. Un ritmo que no sincronizaba ni con el ritmo cardíaco, ni con el respiratorio.

El Dr. Upldeger recordó que durante su formación académica había estudiado que los huesos del cráneo eran estáticos y la médula también inmóvil y estática.

Así que algo fallaba y se puso a investigar todos los mecanismos de relación entre los huesos del cráneo, membranas exocraneales, membranas indocraneales y el sistema de la médula espinal hasta llegar a las cisternas lumbares, con el fin de encontrar respuestas a todas sus dudas.

Asistió a un seminario intensivo de osteopatía craneal donde aprendió cómo los osteópatas manipulaban los huesos craneales para solucionar problemas. Estudió osteopatía y dedicó el resto de su vida a la práctica y la enseñanza de una terapia a la que denominó “TERAPIA CRANEOSACRAL

Asimismo, en los años 70 en la Universidad de Míchigan, dirigió un equipo multidisciplinar de médicos, bioquímicos, osteópatas, fisioterapeutas, físicos, ingenieros electrónicos, etc. Que durante 5 años estudiaron con simios y cráneos frescos, ayudados por sofisticados equipos que incluían antenas emisoras y radares y comprobaron y documentaron el fenómeno del movimiento respiratorio craneosacral en el cuerpo.

En definitiva, se comprobó que este ritmo Cráneo-Sacrál es el resultado de la producción del líquido cefalorraquídeo (LCR) dentro del cráneo, su distribución a lo largo de todo el canal medular y la reabsorción de nuevo dentro del cráneo.

Todo este mecanismo está dirigido por el movimiento de la sínfisis esfeno-basilar que abre y cierra el ángulo articular, en flexión y extensión.

Mecanismo mediante el cual el cráneo tiene un movimiento que transmite por el canal medular hasta el sacro, y a través del sistema fascial llegando a  todo el organismo, de manera que aunque estemos en reposo, todo nuestro organismo está en un movimiento fisiológico continuo.

Este movimiento al que llamaron Movimiento Respiratorio Primario (M.R.P.) tiene una frecuencia entre 8 y 14 ciclos/minuto.

De la  terapia craneosacral a la biodinámica craneosacral

Años más tarde, una serie de osteópatas craneales se dieron cuenta de que había otros movimientos además de esta Respiración Primaria, que la envolvían y eran más lentos y profundos.

Estos osteopatas craneales (Rolling Beker, Franklin sylls, Michael Kern o Robert Harris, entre otros) retomaron el trabajo de Sutherland en lo que al Aliento de Vida como Potencia Sanadora existente en el Universo se refiere. Ésta se acumula y manifiesta en el líquido cefalorraquídeo, creando en nuestro cuerpo dos movimientos o tipos de Marea:

  • La Marea Larga: movimiento lento de 100 segundos por ciclo, que transporta la Matriz Original o recuerdo de nuestro Propósito o Plan Inicial. Contactar con ella es entrar en Estado de Gracia, es recordar para qué hemos nacido.
  • Y, la Marea Media: movimiento más rápido, de 25 segundos por ciclo, que equilibra, elimina tensiones y revitaliza el organismo.

Cómo se realizan las sesiones de biodinámica

Es una técnica suave y profunda, respetuosa con el proceso de la persona.

En un espacio adecuadamente preparado y tranquilo para el buen desarrollo de la sesión, el paciente se tumbará en la camilla sin necesidad de quitarse la ropa, sólo los zapatos. Y el terapeuta irá tocando, con un contacto muy ligero, distintas zonas de su cuerpo. Principalmente en los pies, en el sacro, a lo largo de la columna y en la cabeza. Permaneciendo unos momentos en cada zona, dependiendo del grado de movimiento-salud que haya.

Las sesiones facilitan una profunda conexión y comprensión del paciente consigo mismo, pudiendo experimentar una reorganización fisiológica y un equilibrio profundo.

El o la terapeuta nunca impondrá nada sobre el cuerpo del paciente, ni forzará a su organismo a hacer algo para lo que todavía no esté preparado. Es el organismo del paciente quien llevará la directriz en su proceso de curación. Este es un principio fundamental.

A medida que avanza la sesión, la persona accede a estados profundos estados de relajación y descanso, que aumentan su capacidad de entendimiento de la situación y su resiliencia. De manera que todo su organismo se empodera al reconectar con más recursos propios.

Generalmente, al terminar la sesión, el paciente tiene la sensación de profunda calma, conexión consigo mismo, bienestar y profunda relajación.

¿Para qué es útil esta técnica?

Es adecuada para los mismo problemas que la terapia CraneoSacral, pero es más respetuosa y más sutil, si cabe, reconectando al paciente con su verdadero Ser, muchas veces olvidado.

  • Es muy adecuada para tratar el estrés postraumático
  • Equilibrar los problemas psicológicos derivados del trauma
  • También para equilibrar los desajustes del sistema nervioso y endocrino y energético
  • Secuelas de nacimiento traumático
  • Secuelas de accidentes de cualquier tipo
  • Secuelas de operaciones quirúrgicas, adherencias, traumas…
  • Jaquecas o migrañas
  • Disfunciones del sistema nervioso
  • Disfunciones del sistema digestivo
  • Disfunciones del sistema músculo esquelético
  • Disfunciones del sistema cardio-respiratorio
  • Problemas de oídos como zumbidos, tinitus, pérdida de audición o dolores
  • Problemas de vista y olfato
  • Dolores musculares o de huesos
  • Hernias discales
  • Ciática en embarazadas
  • Desajustes emocionales o de personalidad
  • Traumas emocionales
  • Estrés, angustia, depresión, insomnio
  • En ciertos síndromes: down, autismo, parálisis cerebral…
  • En desajustes generales en los bebés o los niños

En definitiva, mejora el funcionamiento global del cuerpo.

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